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  • Foto del escritorEleonora Santino

LA ENCUADERNACIÓN CON CARTULINAS, CARTONCILLOS Y CARTONES USADOS.

Cartulinas, cartoncillos y cartones son tres materiales hechos con pasta de papel, que se distingue de éste sólo por el gramaje. Vamos, por tanto, a clarificar primero los conceptos de gramaje y grosor, que se suelen confundir. El gramaje es la forma que tenemos de medir el peso del metro cuadrado de un papel. Se mide en g/m2, aunque muchas veces sólo vemos puesto g (por simplificar, aunque está mal). Un papel de 90 g/m2 quiere decir que un metro cuadrado del papel pesa 90 gramos.


El grosor, en cambio, es la distancia entre las dos caras del material. Se mide con un micrómetro (o medidor de espesores), y nos da una distancia en milímetros. Por tanto, con un micrómetro nunca sabremos el gramaje de un material celulósico, ya que un papel con poco gramaje puede tener más espesor que otro con más gramaje. Si queremos calcular el gramaje, tendríamos que pesar un trozo. Por último, tenemos la "mano", que es el volumen del papel, donde el volumen es igual al grosor dividido por el gramaje (y que se mide por cm3/g). Un papel con más "mano", significará lo mismo que decir que tiene más volumen.


Midiendo el grosor, con un micrómetro, de un cuadernillo Tampoco tendremos que complicarnos mucho la vida pesando los papeles, ya que, cuando los compramos, suele venir especificado. Lo que ocurre es que la cartulina y algunos cartoncillos vendrán especificados por su gramaje, mientras que algunos cartoncillos y todos los cartones los veremos citados por su grosor. Es sencillo de entender: Es complicado medir el grosor de las distintas cartulinas, pero a partir de unos 0,1 mm ya va siendo, cada vez, más viable, por lo que podremos medir de esta forma los grosores superiores a 0,1 mm (cartoncillos y cartones).


Las diferencias entre unos gramajes y otros que vas a ver (entre qué se puede considerar cartulina, cartoncillo o cartón) son puramente orientativos. No existe una normativa fija que diga cuándo un papel pasa a cartulina, una cartulina a cartoncillo, o un cartoncillo a cartón. Pero es bueno que entiendas que dichas denominaciones se están refiriendo a gramajes cada vez mayores y, cuanto más gramaje, peor se pliegan y más resistentes son, así que tendrán diferentes funciones dentro de la encuadernación.


Además, también debes tener en cuenta que, si al papel, cartulina o lo que sea, le añades algún tipo de cubriente, esto va a aumentar su gramaje y grosor. Así, si pintamos un papel al engrudo, puede llegar a un gramaje cercano a la cartulina, como de 120-30g si usamos un papel inicial de 90 g. Lo mismo si laminas o si barnizas el material. Esto hay que tenerlo en cuenta ya que, si comenzamos desde un gramaje más alto de papel (como 100 o 120g), nos puede quedar una cartulina demasiada gruesa para cubrir unos cartones, por ejemplo. En realidad, cualquier tipo de papel puede llegar a convertirse en cartulina, y hasta en cartón. Sólo es cuestión de pegar varias capas para ir aumentando el gramaje hasta llegar al que queramos. Esto nos permite lograr una cartulina o cartón de un color o de varios, solamente cambiando el color de las capas del material con el que lo estemos haciendo.


LA CARTULINA


Es el material que, respecto a su gramaje, va después del papel. Se puede tomar como cartulina los que tengan entre 150 hasta unos 300 g (que algunos ya toman como cartoncillos, pero otros siguen hablando de cartulinas con 360g). 250 g es un gramaje normal para tapas de libros (de tapas flexibles, no se suele usar como "material cubriente", pegado encima del cartón). Es preferible no usar las cartulinas con papel de guardas porque su aumento de gramaje les hace perder flexibilidad (respecto al papel). Se suelen usar cuando necesitamos cuadernillos con hojas resistentes, como en los álbumes de fotos. La mayoría de las veces usaremos cartulinas blancas (interesando que se puedan imprimir) y negra. En las blancas nos deberemos fijar en su gramaje si la vamos a imprimir en casa. Una impresora normal no suele aceptar cartulinas de un gramaje superior a 250 g.


La mía, por ejemplo, ya la compré pensando en esto, y acepta hasta 300g. Para gramajes superiores habría que tratar con imprentas o elegir otras formas de decorarlas (por ejemplo, la serigrafía, los sellos, impresión analógica...).


Cuando elegimos cartulinas de otros colores (yo tengo preferencia por ciertas marcas, por sus colores vibrantes), deberemos fijarnos en que la pasta de papel sea de dicho color, y no se trate de una capa de pintura. Si cortamos una cartulina pintada superficialmente, el canto quedará de color blanco, lo cual estropeará nuestro trabajo (piensa, por ejemplo, si estás usando esa cartulina para hacer escartivanas decorativas, donde lo que se ve es el canto de la cartulina).

Nos fijaremos también en que tenga un PH neutro, que no estropee el libro al ser demasiado ácido. Las cartulinas manufacturadas suelen tener información de este tipo. Más problemas nos darán cartulinas hechas a mano por lo que, si nuestro libro es de calidad, deberemos hacer nosotros mismos esta comprobación.


Además de las cartulinas de colores, sin satinar, más comunes, también tenemos:


  • Kraft: Cartulina kraft, usada como hoja para un álbum de fotos Se le suele llamar "papel kraft", aunque tenga gramaje de cartulina, y es el papel de celulosa al sulfato de coníferas. Su color más común es el marrón (existe blanca, que tiene blanqueado su color natural), y es una cartulina de mucha resistencia. El de 180 g puede usarse para hacer pliegos, y el de 300 g se utiliza en tarjetería o para pliegos sobre los que pegar cosas. Tiene mucho uso en los álbumes de fotos que se hacen en scrapbooking.

  • Satinada: La solemos encontrar en edición, como tapas de libros encuadernados a la rústica.

  • Gofrada: La cartulina tiene relieve. Para hacer tapas flexibles decorativas.


EL CARTONCILLO


Está formado por varias capas de papel. Su gramaje podría empezar con 250 g/m2 (aunque hay cartulinas clasificadas así con 300 g), y los he encontrado citados así hasta los 475 g. En grosor, un cartoncillo fino puede tener unos 0,3 mm. El interior del cartoncillo suele estar formado por papeles de poca calidad, a veces reciclados, mientras que por fuera tiene uno de mayor calidad, en ocasiones estucado.


EL CARTÓN


Si el papel es muy importante en encuadernación porque con él hacemos los cuadernillos o decoramos, el cartón no le va a a zaga, ya que con él formamos el interior de las tapas (luego poniendo el material cubriente encima). Al cartón, sin embargo, no se le da la misma importancia que al papel, quizá por no quedar a la vista; otro de los grandes errores del encuadernador con unos conocimientos muy básicos de su trabajo.



Se suele decir que el cartón se comenzó a usar tras dejar atrás las pesadas tapas de madera. Otra falsa creencia: ya existían encuadernaciones de papelón (como se llaman las encuadernaciones que tienen tapas hechas con capas de papiro) desde las primeras encuadernaciones coptas.


Esas encuadernaciones tenían un material cubriente compuesto por una piel muy fina, que no "tiraba" del cartón, casi como se hace hoy en día. Este "papelón" se realizaba pegando unas capas sobre otras de hojas de papiro, muchas de ellas reutilizadas de antiguos manuscritos que se creían inservibles.


Cosas de la vida, pasados los siglos, estos manuscritos reutilizados cobraron más importancia que el "papelón" para la historia, y los investigadores y supuestos conservadores, destrozaron estas tapas para "restaurar" los pergaminos que los formaban. Así se destruyó, a principios del siglo XX, en el renombrado taller del Vaticano, la tapa de la encuadernación más antigua que se conservaba en España.


La alegría de unos (los investigadores de los antiguos papiros) se llevaba por delante el conocimiento de los estudiosos de la historia de la encuadernación. Pero éste no es el lugar para hablar de la triste no-historia de este tipo de encuadernaciones.


Con el uso habitual del papel (mucho menos pesado que el pergamino) y la llegada de la imprenta (que aumentó el número de libros y disminuyó el tiempo necesario para hacerlos y su precio), el cartón volvió a cobrar importancia como material central de las tapas (junto a las encuadernaciones de tapa flexible hechas con pergamino, lo que vendría a equivaler el grosor de las cartulinas o cartoncillos de hoy en día).


A este cartón, de dentro de las tapas, que se solía realizar con capas de menor gramaje, se solía conocer como "papelón ("pastedown")", y "encuadernaciones de papelón" a las que se formaban con él.


En encuadernación solemos tener disponibles los siguientes cartones: Cartón gris contracolado, Cartón gris doble capa, Cartón compacto, Cartón de conservación, Cartón almohadillado, Cartón corrugado, ondulado, Cartón sencillo, y más.



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